Un ginkgo por Fukushima
Un ginkgo por Fukushima
Un ginkgo por Fukushima
11 de marzo de 2022 a las 18:00
Volvimos a conmemorar un año más el aniversario (el decimoprimero en esta ocasión) del accidente nuclear de Fukushima, el peor accidente nuclear de la historia tras el acaecido en Chernobil (Ucrania) en 1986. Nos volvimos a reunir en el “Bosque de Fukushima”, en los jardines de la Virgen del Rocío (calle José Luis Villegas Zea) para la plantación de un ginkgo que se suma a los que hemos plantado en años anteriores. El bosque cuenta con un árbol por cada año transcurrido desde esa catástrofe, con lo cual pretendemos mantener fresco el recuerdo de la tragedia, pues a pesar de los años transcurridos, las consecuencias de este accidente siguen produciendo efectos devastadores.
Tras estos once años, la situación en Fukushima aún está muy lejos de ser resuelta, evidenciando la gravedad de los accidentes en las centrales nucleares tanto en los daños a las personas y el medio ambiente como en la dificultad técnica de abordarlos y el coste económico que suponen. Decenas de miles de habitantes de las poblaciones japonesas colindantes se mantienen aún en evacuación, y las zonas que están volviendo a abrirse a la población conservan niveles altísimos de radiación. El gobierno japonés está dedicando miles de millones de euros a las labores de descontaminación de los terrenos y edificaciones, que durarán unos 40 años. Pero la situación está muy lejos de controlarse y lo peor es que la información sobre los riesgos se oculta y maquilla.
El tsunami que afectó a la central nuclear de Fukushima hace ahora once años provocó que los tres reactores nucleares se derritieran y desde entonces se está produciendo la mayor liberación de radiactividad al agua que se haya producido jamás. Cada día se vierten unas 300 toneladas de desechos radiactivos y la contaminación ha afectado ya a todo el Océano Pacífico, sus costas, su fauna y su flora marinas. Las repercusiones a medio y largo plazo son impredecibles