Las ciudades se han transformado en el ecosistema humano por excelencia. Los núcleos urbanos son ahora el corazón de las esferas sociales, culturales, políticas y económicas donde todo sucede. Destacan por su cultura, su diversidad, por ser espacios para la reivindicación política, para la resistencia y la organización social, para la imaginación y la reflexión. Sin embargo, y de manera cada vez más aguda, como si todo occidente, junto y a una, hubiera decidido dar marcha atrás (arrastrando consigo a quienes siempre quisieron vivir al margen de nuestra realidad occidental), las ciudades también se presentan como sumideros de competitividad abusiva, de malos humos en sentido literal y figurado, de desequilibrios sociales y territoriales (preguntemos a la España Vaciada), de poder político y económico parasitario… En definitiva, de hábitos y decisiones capaces de destruir el medioambiente y la dignidad de varios sectores de la sociedad, conscientemente o no.
Entonces, teniendo esto en cuenta que este mosaico de contradicciones que constituye a la ciudad es el reflejo de nuestra sociedad actual, me surge una duda: ¿qué historia narran sobre sus habitantes los núcleos construidos?
Desde Ingeniería Sin Fronteras queremos fomentar la viabilidad y visualización de esas piezas del mosaico que narran historias coherentes, comprometidas y en equilibrio con la justicia social y medioambiental. Con el Mes del Consumo Responsable cooperamos con personas de todos los ámbitos para mostrar que existe una realidad alternativa, una realidad donde Andalucía Consume Crítico y mucho más (consume, piensa, actúa, propone, se organiza).
Hemos contado con la ayuda de Tramallol y el Huerto del Rey Moro que, en Sevilla, un ciudad cada vez más turistificada (¿cuántos bares, hoteles, airbnb y terrazas más caben ya en esta ciudad tan pequeñita?), aportan un espacio perfecto para interacciones que se salen del marco de lo llamado “normal” o, a veces, incluso “natural”. En estos lugares hemos tenido la oportunidad de conversar con colectivos, cooperativas y personas individuales que proponen el cambio y lo llevan a cabo.
Empezamos marzo hablando de cómo producimos nuestros alimentos mediante una proyección y un debate junto al Aula de Ingeniería Comprometida. Seguimos con una reflexión sobre nuestros residuos y las distintas maneras de gestionarlos donde colaboramos con Ecologistas en Acción. Después, en compañía de La Ortiga, FIARE, Som Energía y OikosCredit, dimos pie a reconsiderar nuestro consumo energético, y cuestionamos dónde y cómo depositamos nuestro dinero (¿energía fósil y contaminante o energía limpia nacida de la cooperación? ¿bancos corruptos o éticos? ¿supermercados o productos locales y respetuosos con las formas de vida agrícolas y naturales?). Terminamos el mes dibujando por qué la alimentación va más allá de la supervivencia; conociendo la historia colectiva del Huerto del Rey Moro, espacio verde en el corazón de la ciudad, y celebrándolo con una paella hecha con productos traídos de los alrededores de Sevilla.
El Mes del Consumo Responsable ha creado redes entre personas y generado esa chispa tan emocionante que se prende cuando repensamos de manera crítica nuestras acciones. Nos hemos divertido, hemos reflexionado y hemos participado en debates, proyecciones y ponencias, dándonos cuenta de que la transición hacia modelos alternativos no solo es posible, sino que ya está aquí. Un mes dedicado a reflexionar no supone un cambio radical a nuestra sociedad, pero cuestionar nuestras costumbres es una buena forma de comenzar. Ahora tocaponernos en pie, participar y empezar a transformar. Porque ¿queremos que nuestras ciudades cuenten historias de catástrofes o de posibilidades? Depende de nosotras y nosotros que sea lo segundo.
Desde ISF damos las gracias a todas las personas que colaboraron y participaron, y os esperamos en los próximos eventos (¡que están a punto de llegar!).
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