Conmemoración de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki
Conmemoración de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki
Conmemoración de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki
Como ya es tradicional, la Asamblea Antinuclear de Córdoba convocó una concentración con motivo del 77 aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas sobre las poblaciones japonesas de Hiroshima y de Nagasaki. Durante la misma se procedió a colgar un senbazuru, compuesto de mil grullas de origami unidas por hilos.
La acción militar llevada a cabo sobre ambas ciudades, como ha podido documentarse posteriormente, era totalmente innecesaria para concluir la Segunda Guerra Mundial, toda vez que Japón tenía ya decidida su rendición. Pese a ello, el presidente de Estados Unidos quiso probar esa nueva arma en condiciones reales y, de paso, lanzar una advertencia a su enemigo, la entonces Unión Soviética. No importó que para eso hubiera que arrasar ciudades enteras y masacrar a cientos de miles de personas.
Desde entonces, el desarrollo del arsenal nuclear de las principales potencias mundiales viene sometiendo a la Humanidad a una amenaza permanente de destrucción que se ha recrudecido en estos últimos meses por el afán imperialista de los presidentes de Rusia y de Estados Unidos, apoyados por sus respectivos aliados, haciendo planear de nuevo sobre nuestras cabezas la sombra de una guerra nuclear. Esta vez el campo de batalla está siendo Ucrania, cuyo pueblo está sufriendo de forma dramática las consecuencias de una guerra cruel y devastadora, que se va prolongando en el tiempo y corre el riesgo de extenderse por Europa. La respuesta ha venido en forma de revitalización de la OTAN, políticas de rearme e incremento del gasto militar. La escalada de tensión internacional está así garantizada.
Los colectivos y organizaciones que integramos la Asamblea Antinuclear de Córdoba volvimos a denunciar que la carrera armamentística que mantienen las grandes potencias mundiales no solo es una amenaza para la seguridad y supervivencia de la vida en la Tierra sino una absoluta inmoralidad, al dedicar ingentes recursos monetarios, materiales, de investigación y de trabajo a crear armas mortíferas en lugar de dedicarlos a garantizar la vida y la salud de la Humanidad. Por eso exigimos que el Gobierno español, tal como se comprometió, ratifique el Tratado Internacional sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, auspiciado por Naciones Unidas, que ya han suscrito 122 países pero rechazó firmar en 2017 Mariano Rajoy, obedeciendo a los intereses de la OTAN y Estados Unidos.
No olvidamos tampoco los riesgos del llamado “uso civil” de la energía nuclear, que han ocasionado y ocasionan una contaminación radiactiva imposible de eliminar durante siglos, con sus efectos sobre la salud y la vida, a los que se añaden las gravísimas consecuencias de los innumerables accidentes de las centrales nucleares, como nos siguen recordando las secuelas de Chernobyl y de Fukushima. Por ello rechazamos enérgicamente la reciente decisión del Parlamento Europeo que, cediendo a las presiones del poderoso lobby energético, ha declarado la energía nuclear, junto a la producida por el gas, como energías “verdes y sostenibles” con el único fin de que puedan beneficiarse de las ayudas e inversiones destinadas a la transición de modelo energético.
La crisis energética está constituyendo un pretexto para que muchos países vuelvan a apostar por la energía nuclear en lugar de replantearse con valentía un verdadero cambio de sistema productivo, económico y energético que beneficie a la mayoría social y respete el planeta que habitamos. Por eso, volvimos a exigir al Gobierno español firmeza en el plan de cierre de los 7 reactores nucleares en funcionamiento en nuestro país, descartando la posibilidad de autorizar la prórroga de funcionamiento de las centrales de Vandellós y Almaraz que ahora están planteándose. Igualmente, un plan de control y cierre del cementerio nuclear de El Cabril que padecemos en la provincia de Córdoba.